martes, 3 de junio de 2008

LAS COSAS QUE SALEN DE LA CAJA…

Acerca de “Box” de Guillermo Castrillón
por Christian Villegas
foto: Yayo Lopez

Cometí el error de querer entender la obra la primera vez que la vi. Quería estar atento a cada movimiento y cada interacción con los elementos planteada por el director entre otras cosas de la puesta en escena como las luces, los textos, la música, el baile... Todo me pareció muy bacán, la obra fluía y estaba bien articulada... y sin embargo qué superficial me resultó esta vista.

Esa noche me acosté como a las 3 y nunca supe porque motivo me desperté a las 7:20 de la mañana con un feeling tremendo en todo el cuerpo, una sensación interior muy intensa sobretodo en el centro de mi pecho. Pensé que era el frío, pero por más que abrazaba mi almohada y me envolvía en las frazadas no dejaba de sentirla. Sí: la obra me había dado mucho más.

Mandé al tacho todo mi análisis y fui a verla por segunda vez. Me alegró saber que aunque mi cabeza estuvo en otra, una parte de mi no dejó de sentir aquel diálogo de emociones. No sé si atraído por este misterio fue que regresé, creo que no. Se trataba de un espectáculo que merecía verse una vez más.

De arranque los textos de Pachi volvieron a sonar en mis oídos, de pronto su voz era silenciada por la música que emergía de esa profundidad que daba pie al movimiento. Porque el movimiento es vida. No recuerdo en que momento me despegué del mundo real. Desperté cuando sentí una luz dándome en los ojos. Una luz proveniente de un espejo, un reflejo de una parte de ellas en cada uno de nosotros, un intento de comunicarnos algo.

¿Que eran esas cajitas? Quizás una parte de su mundo interior desde el cual respiraban, sentían, se emocionaban y en el cual también se escondían. Miedos, inseguridades, dilemas, fantasías... Desde esas imágenes de la niñez que construían un cuento en cada función hasta esas imágenes de la adolescencia que repasan las primeras fiestas y la época colegial. También los chocolates tan ricos que nadie sabe porque solo a algunas engorda. Sí, mejor esconder la cabeza dentro de la caja.

foto: Paul Mayca
Pero ¿para que esconderse? Es interesante el momento en que cada cual sentada sobre su propia caja encara de frente al público, casi al ras de la primera fila, tan solo separada de ella por las luces de los reflectores que impactan en los espejos de las cajas, como si cada una iluminara la escena con su propia luz. Ya no hay donde esconderse, a veces incluso no tienen nada que decir, tan solo miran al público buscando una complicidad con cada uno de sus mundos, buscando también el contacto entre ellas que van por el mismo camino. Una manera de decir: esto es lo que somos, esto es lo que sentimos, les guste o no, estén conmigo o no, eso no importa.


Hay un momento bien intenso cuando las cinco bailarinas interactúan en el centro apoyándose sobre sus cajas, los movimientos están cargados de riesgo, sin las otras, la del centro posiblemente caería, la que habla está aprendiendo, las demás son su apoyo, luego la del centro queda sola, las otras cuatro están ahí a escasa distancia paradas sobre su propia caja, pero la del centro no las ve porque la oscuridad las tapa. Son muchas las cosas que se sienten en ese momento viéndola hablar llena de miedo. Cuando las demás acuden dejando su propia caja para treparse a la de ella, la imagen se transforma en una vorágine de voces que se multiplican hasta estallar.

Se que hay cosas que se me están escapando, como la coreografía inicial que cada una hace con su caja por separado o aquel momento en que cada bailarina sentada sobre su cajita observa su vientre mientras Pachi camina en primer plano, o aquella torre de cajas que construye Cristina mientras las otras bailan, cuantas cosas sentirán en ese momento, cuántas cosas pensarán, cuántas cosas no comprenderé como hombre porque estoy seguro que han dicho mucho más cosas de las que aquí estoy apuntando.
foto: Yayo Lopez

Como decía Pachi te queda un instante, un pequeño instante que te marca para toda la vida, una imagen, quizás un simple movimiento, y el proceso es tan largo para tan pocas funciones que a veces uno no sabe lo que deja en los demás, uno solo abre la cajita, y las cosas salen…

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