Por Christian Villegas

Continuando con su búsqueda de la comprensión del mundo femenino y la exploración y desarrollo del lenguaje de la performance, Guillermo Castrillón reunió a Jimena Lindo, Mónica Silva y Lita Baluarte para presentarnos "Mujeres que habitan en mi" en la Alianza Francesa de Miraflores el pasado mes de abril, y "Sara", una performance más cercana al teatro, en la Galería Germán Krüger Espantoso del ICPNA de Miraflores, con la participación de Kareen Spano.
"Mujeres que habitan en mi" es una creación colectiva cargada de momentos intensos como cuando Mónica maltrata su cuerpo porque el jean ya no le queda o cuando Jimena se desahoga comiendo un pastel hasta atragantarse o ese sentimiento de culpa que subyace en experiencias traumáticas que Lita nunca termina de contar, testimonio de los fantasmas que habitan en ellas, junto con sus fantasías, temores, deseos y búsquedas, reflejo de su lucha por aceptarse como son, en medio de una sociedad que les dicta desde pequeñas como deberían ser.

Kareen desviste al mito para rescatar a la mujer marginada y condenada por la sociedad patriarcal, misógina y machista. A su vez, Kareen encuentra en Sarah a esa otra mujer que habita en ella y utiliza al personaje como excusa para expresar lo que siente como actriz y lo que significa el teatro para ella, expresando también su sentir respecto a la sociedad en la que le ha tocado vivir.
La caída de la cuarta pared

Castrillón se vale del lenguaje de la performance para tumbar esa pared que es también un reflejo de la pared invisible que divide al escenario del público. Ya no ves a través de una ventana transparente, la persona que habla te invita a estar dentro, a decirte que es también parte de ti, porque las vivencias que narra son comunes a todos, solo que algunos las ven mientras a otros no les importa, quizás porque no es el momento, y sin embargo algo en el interior del público reacciona y el público mismo no sabe qué es.
Ese bendito chip que transforma todo
Uno de los momentos más conmovedores de "Mujeres que habitan en mi" es el monólogo de Jimena Lindo acerca de la historia del clavo que saca a otro clavo, me sentí identificado con ese maldito chip que comete el error de no saber amar y está con una y con otra para sacarse el clavo pero cuando llega la persona indicada para ello, el maldito chip echa todo a perder. Jamás entenderé porque el público se reía tanto mientras Jimena gritaba llorando.
Cierto que algunas imágenes eran graciosas (como cuando Jimena cuenta la historia de la princesa en su castillo, el príncipe azul y la bruja), pero es también virtud de ellas el transformar sus rollos personales en una propuesta escénica conjunta y ser valientes para reírse de sí mismas y asumirse tal como son.
Tres mujeres, tres artistas, tres fuerzas, cuyos testimonios eran soltados con tal desfachatez y a la vez tanta sinceridad que generaba toda clase de respuestas en el público.
No hay imagen más poética que resuma la obra como ver caer el agua sobre Mónica, Lita y Jimena después de haberse sumergido tanto dentro del fango que hay en sí mismas.

En "Sara", Castrillón va más allá, ya que somos introducidos en un sótano en cuya esquina yace el cuerpo desnudo de Kareen rodeado de velas encendidas y otros elementos que le dan un alto contenido poético, la imagen era tan impactante que el público no tardó en guardar silencio. De pronto Kareen se levanta y el eco de su voz retumba en la galería para contarnos su historia, tanto la suya, como la de Sara y la de esa otra mujer que se funde en ambas más allá de la creación escénica.
Si hay algo por lo cual felicitar a Castrillón es por la calidad artística de ambas obras así como por el delicado cuidado de cada elemento. Catártico tanto para las actrices como para el público. Aplausos totales.